MÉXICO- La noche era colorida en el Zócalo de la Ciudad de México, esa plaza inmensa que ha sido testigo de la historia y de las pasiones de un país entero. El 15 de septiembre de 2024, la lluvia se hizo presente, como si el cielo también quisiera despedirse de uno de los presidentes más emblemáticos de la política mexicana, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Miles de personas se congregaron, con paraguas en mano, impermeables improvisados o simplemente bajo el agua, para acompañar al mandatario en su último Grito de Independencia.
El ambiente estaba cargado de emociones. Había algo más que la conmemoración de la Independencia en el aire: era una despedida, el último gran evento público de un mandatario que durante décadas hizo del Zócalo su escenario.
En punto de las 23 horas, López Obrador apareció en el balcón de Palacio Nacional, mirando al mar de gente que lo arropaba una vez más. Entre banderas ondeantes y los vítores de “¡Es un honor estar con Obrador!”, saludó con el brazo en alto, agradeciendo a quienes lo habían seguido en su camino político desde sus primeras luchas en Tabasco hasta la cumbre del poder en la Presidencia.
Con voz firme, a pesar del paso de los años, entonó las arengas tradicionales: “¡Viva Hidalgo!”, “¡Viva Morelos!”. Sin embargo, fiel a su estilo, añadió algunos “vivas” propios.
El que más resonó fue el dedicado a la Cuarta Transformación, el movimiento que él impulsó como uno de los pilares de su gobierno: “¡Viva la Cuarta Transformación!”, gritó, arrancando una ovación de la multitud. También hubo espacio para condenar las sombras que, a lo largo de su mandato, enfrentó con determinación: “¡Que muera la corrupción!”, clamó, y el eco del Zócalo replicó: “¡Que muera!”.