MÉXICO.-. La reciente aprobación de la Reforma al Poder Judicial por el Senado de la República es una clara señal de avance hacia una transformación que el país ha necesitado por décadas. A pesar de las tensiones que marcaron la jornada, con la irrupción violenta de trabajadores del Poder Judicial y los intentos de sabotaje por parte de algunos sectores, la votación final, con 86 votos a favor y 41 en contra, refleja un consenso contundente en la necesidad de reformar un sistema que ha sido, en muchas ocasiones, impermeable a la rendición de cuentas.
La jornada de ayer martes no solo destacó por el incidente en el que el senador Luis Donaldo Colosio Riojas fue agredido, sino también por un hecho simbólicamente poderoso: el voto a
favor de la Reforma Judicial por parte del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, tras las presiones que su propio partido, el PAN, intentó ejercer sobre él. Su decisión, firme y alineada con la voluntad de transformación del país, es un ejemplo de lo que esta reforma representa: una oportunidad para romper con la corrupción y los vicios que han manchado la independencia del Poder Judicial.
Es innegable que los trabajadores del Poder Judicial han vivido un ambiente de tensión y desinformación, promovido en gran medida por actores interesados en mantener el estatus quo.
La violencia en el pleno del Senado y la tergiversación de hechos, como la supuesta detención del senador Daniel Barreda en Campeche, responden a una estrategia de desestabilización que, afortunadamente, no logró su cometido.
La gobernadora Layda Sansores, junto con los líderes de MORENA, dejaron claro que tales afirmaciones eran falsas, demostrando nuevamente la integridad de quienes apoyan esta Reforma Judicial.
La aprobación en el Senado es solo el primer paso. Ahora, corresponde a los congresos estatales, donde MORENA y sus aliados cuentan con la mayoría, respaldar este esfuerzo.
Cuando la Reforma sea finalmente promulgada en el Diario Oficial de la Federación, el país habrá dado un paso firme hacia un Poder Judicial más transparente, más eficiente y, sobre todo, más justo para todos los mexicanos.
Los intentos de algunos sectores por frenar este cambio solo confirman la urgencia de la reforma.
México no puede seguir siendo rehén de intereses particulares que buscan perpetuar la impunidad y la corrupción.
