MÉXICO- En tiempos de cambio, la política es un terreno fértil para la manipulación, por lo que, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado con firmeza la existencia de una “guerra sucia mediática” que, según sus propias palabras, no es más que “grilla barata y corriente”. Este tipo de ataques, basados en mentiras y chismes, no solo buscan desacreditar su gobierno, sino también erosionar la confianza del pueblo mexicano en sus instituciones y en la política como un noble oficio.
El mandatario ha sido claro al denunciar que lo que algunos llaman política, en realidad, no es más que politiquería, una práctica carente de ideales y principios. Para López Obrador, la verdadera política debe ser un ejercicio ético y moral, enfocado en servir al pueblo y no en destruir a los adversarios a cualquier costo. Y es que, como bien lo advierte, la intensificación de las campañas de difamación en medios y redes sociales no solo es una falta de ética, sino una amenaza directa a la democracia.
El panorama descrito por Elizabeth García Vilchis, responsable de la sección “Quién es quién en las mentiras”, es alarmante. Según ella, la campaña mediática negra en contra de López Obrador es la más grande en la historia de Hispanoamérica. La utilización de estrategias de guerra digital y comunicación para manipular a la población es un fenómeno que coloca a México como un “laboratorio” para este tipo de operaciones sucias que buscan influir en los resultados electorales.
El 31 de enero, una andanada de ataques comenzó con la publicación simultánea de tres artículos que pretendían vincular al Presidente con dinero del narcotráfico.
Sin embargo, estas acusaciones, basadas en información desechada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, fueron rápidamente desmentidas. La estrategia, según García Vilchis, no solo carece de precedentes, sino que es una “cruzada internacional” en la que se están utilizando recursos masivos, como la creación de páginas de Facebook y el despliegue de ejércitos de bots, para alimentar esta narrativa.
Es evidente que esta “guerra sucia” no se limita a los medios de comunicación. También ha permeado en el ámbito político, donde miembros de la oposición se han sumado a la tendencia de atacar al mandatario, aunque las acusaciones carezcan de fundamentos. Esta combinación de fuerzas mediáticas y políticas tiene como objetivo claro influir en las próximas elecciones, aprovechando la desinformación para confundir y dividir al electorado.
