MÉXICO.- Una vez más, la sombra de la injerencia estadounidense en los asuntos internos de nuestro país vuelve a cobrar relevancia. Por lo que, el presidente Andrés Manuel López Obrador le respondió al embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, y lo acusó de tener una “burda actitud intervencionista”, luego de que criticara su reforma al Poder Judicial.
Señaló que el gobierno norteamericano, con su diplomacia agresiva y su influencia en sectores clave de la política mexicana, sigue aplicando una agenda intervencionista.
La relación entre México y Estados Unidos ha sido, por mucho tiempo, un delicado juego de equilibrios. Pero en los últimos tiempos, parece que la balanza se inclina cada vez más hacia el Norte, con actos de lo que el presidente ha calificado como una clara falta de respeto a nuestra soberanía. La reciente intervención del embajador Ken Salazar, opinando sobre la propuesta de reforma judicial, es solo el último ejemplo de este patrón de comportamiento.
¿Qué derecho tiene un representante de un gobierno extranjero para opinar sobre asuntos que son estrictamente nacionales? La respuesta del presidente López Obrador ha sido contundente: no aceptará ninguna forma de injerencia en asuntos que competen exclusivamente a los mexicanos.
El mandatario ha dejado claro que la Suprema Corte, un poder que él describe como subordinado a los intereses de una oligarquía minoritaria, debe ser reformada, y que esa reforma es un asunto que solo los mexicanos pueden y deben decidir.
No es la primera vez que la embajada de Estados Unidos cruza la línea; el financiamiento de organizaciones como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, una iniciativa claramente alineada con intereses opuestos al proyecto de la Cuarta Transformación, es otro ejemplo de esta intromisión.