CAMPECHE.- La segunda fase del dragado del Río Palizada ha concluido con éxito, y la próxima semana arrancará la etapa final de un proyecto que ha transformado un estrecho cauce de 7 metros en un río de 20 metros de ancho, esto fue informado por la gobernadora Layda durante el Martes del Jaguar.
Este avance, liderado por la Marina, no solo marca un hito en la infraestructura local, sino que también representa un alivio para los habitantes de Palizada, quienes han sufrido durante años las consecuencias de un río obstruido y peligroso.
La gobernadora Layda Sansores no escatimó en destacar la magnitud del reto: “Los trabajos fueron complicados; hubo que remover terreno y desazolvar maleza que había cerrado el cauce a solo 7 metros de ancho. Ahora, con un río más amplio, la conectividad y la seguridad están garantizadas”.
Y es que no se trataba solo de abrir espacio, sino de revitalizar una vía de comunicación crucial para los paliceños, especialmente en una región donde las carreteras son menos confiables durante la temporada de lluvias.
Lo cierto es que, con esta ampliación, la posibilidad de desbordamientos se ha reducido significativamente, algo que tanto las autoridades como los habitantes agradecen profundamente. “Antes, cada vez que llovía, el río se desbordaba, pero ahora hemos logrado evitar esas situaciones. Esto trae tranquilidad a todos”, afirmó la mandataria.
El dragado del Río Palizada no solo es un compromiso cumplido por el presidente Andrés Manuel López Obrador y la Marina, sino que también es una promesa de futuro para una comunidad que depende de este río no solo como medio de comunicación, sino como parte de su identidad y sustento.
Sin embargo, la gobernadora hizo un llamado a la responsabilidad compartida: “Es fundamental que los habitantes de Palizada cuiden esta zona; el río es su medio de comunicación hacia el Carmen, y no podemos permitir que se vuelva a obstruir por la basura”.
Con una draga de última tecnología, Palizada ha recuperado no solo su río, sino también su esperanza en un futuro más seguro y conectado. Ahora, el desafío es mantenerlo limpio y funcional, porque lo que está en juego es mucho más que un simple cauce de agua; es la vida misma de una comunidad que, por fin, puede mirar al río con orgullo y tranquilidad.