CAMPECHE.- Gracias a las benditas redes sociales, pudimos conocer por Facebook a Guillermo Chin Canché, quien no es solo un nombre más en la lista de científicos brillantes; es el reflejo de una lucha ancestral, de una cultura que se niega a desaparecer en medio del ruido del progreso.
Nació en un pequeño pueblo de Campeche, donde las piedras todavía susurran los secretos de los Mayas, y donde el conocimiento se transmite de generación en generación, como una herencia viva.
Desde niño, Memo, como lo conocen fue testigo de cómo el prejuicio intentaba apagar la luz de su familia. “A mi mamá no la bajaban de ‘India’”, recuerda con dolor. Los comentarios despectivos y las miradas de desdén eran parte de su día a día.
A lo que él se preguntaba: “¿Qué hacía aquí? ¿Por qué hablaba de esa forma?” Pero incluso en medio de la adversidad, siempre tuvo una respuesta firme: “Yo me voy a ir a otra escuela donde me traten mejor”. Esa fuerza, esa determinación, se convirtió en el motor que impulsó a Guillermo a soñar con las estrellas.
El camino no fue fácil. Sus padres, que habían sufrido discriminación por hablar español con acento indígena, decidieron no enseñarle la lengua maya para protegerlo del rechazo.
Pero Guillermo, fiel a sus raíces, se rebeló contra esa decisión. Adolescente aún, comenzó a estudiar con avidez la cultura y la lengua de sus ancestros, descubriendo en el cielo estrellado la misma fascinación que habían tenido los antiguos mayas. Así nació su pasión por la ciencia.
Con el apoyo inquebrantable de sus padres y un maestro que vio en él un talento inusual, Guillermo decidió estudiar Ingeniería Mecatrónica, una carrera que lo llevaría a la NASA, aunque en ese momento no lo sabía. Fue en la maestría en Ciencias del Espacio cuando se cruzó con una oportunidad que cambiaría su vida para siempre: una estancia en la NASA.
Allí, en un mundo completamente diferente al de su infancia, Guillermo encontró su lugar. Se unió al proyecto Dragonfly, donde trabaja para la NASA en un exclusivo equipo de 117 científicos de todo el mundo. Es una misión que busca explorar Titán, una de las lunas de Saturno.
Este proyecto, que consiste en enviar un dron gigante a estudiar los ríos y mares de metano de Titán, es el tipo de desafío que Guillermo había soñado desde niño. Y aceptó con el corazón lleno de entusiasmo.
El enorme dron contará con 57 instrumentos ultra precisos, será autónomo y aterrizará en Titán para extraer muestras de la superficie y analizarlas y enviar los resultados a la tierra. Para hacer eso posible, Guillermo y sus compañeros científicos tendrán que entender los vientos y turbulencias que afrontará este laboratorio volador.
Pero Guillermo no se limita a las estrellas; también está comprometido con su comunidad. Durante la pandemia, regresó a Campeche para educar a su gente sobre cómo protegerse del virus, demostrando su compromiso con el bienestar de su comunidad. Su labor en la divulgación científica no solo inspira a jóvenes en México, sino que también enorgullece a todo el país.
También es un apasionado de la divulgación científica. Desea que todos los jóvenes del país tengan la oportunidad que él tuvo, por lo que constantemente participa en conferencias para llevar el conocimiento e inspiración todos.
Premiado en México por su carrera científica, Guillermo sigue agradeciendo a sus padres por su apoyo y nunca olvida sus raíces. Orgulloso de su herencia maya, se dedica a desentrañar los misterios del cosmos, llevando con él el legado de su pueblo.
Guillermo Chin Canché es un ejemplo brillante de que la perseverancia y la pasión pueden superar cualquier obstáculo. Su historia es un faro de esperanza y orgullo para México. Que su viaje hacia las estrellas continúe iluminando el camino para futuras generaciones, y que su éxito siga poniendo a México en el firmamento del conocimiento global.
