MÉXICO.- El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha lanzado una crítica contundente al Poder Judicial de México, calificándolo como un poder secuestrado por una minoría que se ha alejado de su deber de servir a todos los mexicanos.
Afirmó que el Poder Judicial se ha convertido en un “poder faccioso”, un instrumento de un grupo reducido para defender sus intereses particulares. La denuncia es grave: jueces que, según el presidente, están al servicio del mejor postor, convirtiendo la justicia en una mercancía que se negocia al mejor postor. Esta situación, afirma, es una vergüenza nacional.
López Obrador no se limita a describir el problema, sino que exige que se ponga fin a lo que él considera una simulación y al cohecho dentro del sistema judicial. En su crítica, el presidente también rememora la época del mandato de Felipe Calderón, cuando, según sus palabras, figuras como Diego Fernández de Cevallos tenían la capacidad de influir sobre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La historia, tal como la relata, sugiere que los presidentes anteriores controlaban el Poder Judicial sin mayores dificultades, utilizando el poder como un instrumento para mantener sus intereses intactos. Esta narrativa se ve reforzada por la anécdota del “teléfono rojo”, una línea directa que supuestamente conectaba al presidente de la República con el presidente de la Corte durante la época neoliberal.
La propuesta de López Obrador para reformar el Poder Judicial es ambiciosa: sugiere que la transformación debe ser gradual, comenzando por la elección popular de jueces, magistrados y ministros.
Para él, este es el primer paso necesario para devolver el poder al pueblo y romper con la captura del Poder Judicial por parte de una minoría privilegiada.