MÉXICO.- El reciente fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ha reafirmado la victoria de Claudia Sheinbaum Pardo en las elecciones presidenciales del 2 de junio, rechazando contundentemente las 240 impugnaciones presentadas por los partidos de oposición.
Este desenlace no solo consolida a Sheinbaum Pardo como la presidenta electa de México, sino que también deja al descubierto la fragilidad de los argumentos esgrimidos por sus contrincantes, es decir, pruebas sin fundamentos.
Desde el inicio, las impugnaciones de la oposición parecían más un intento desesperado por alterar el curso de la historia que una verdadera búsqueda de justicia electoral.
El Tribunal, con una mayoría en la Sala Superior, desechó los alegatos por ser “poco sólidos, infundados e inoperantes”. La falta de pruebas concretas y la incapacidad de los partidos opositores para demostrar que las supuestas irregularidades hubieran cambiado el resultado final, fueron claves para la confirmación de los cómputos distritales.
Con casi 20 millones de votos de ventaja sobre Xóchitl Gálvez, candidata de la oposición, el triunfo de Sheinbaum no solo es indiscutible, sino también un reflejo del respaldo popular a su proyecto político. Sin embargo, la oposición, en su empeño por deslegitimar este respaldo, recurre a estrategias que más bien revelan su desconexión con la realidad electoral del país.