MÉXICO.- En el contexto político actual de México, la transición del poder es más que un simple cambio de administración; es un momento cargado de simbolismo y esperanza. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) expresó su satisfacción y orgullo por el hecho de que su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo, no solo continúe su legado, sino que lo haga con integridad y convicción.
En sus propias palabras, destacó: “Me voy contentísimo. Primero la gente está feliz, feliz, feliz. El domingo viajamos de Mérida a Campeche en el tren y la gente contentísima, muy contenta, y luego imagínense, tener la dicha enorme de entregar la banda presidencial a una mujer, pero añadan una mujer con convicciones, con principios, con ideales, honesta, ¿qué más le puedo pedir a la vida? Gracias a la vida que nos ha dado tanto”.
El presidente saliente enfatizó su compromiso con el retiro total de la vida pública, rechazando cualquier insinuación de que podría aspirar a un papel de poder detrás de bambalinas.
“Sólo que fuese un ambicioso vulgar, politiquero, estaría pensando en ser jefe máximo o caudillo o líder moral, ‘mesías’ como me llamó Enrique Krauze, mucho menos cacique. Yo ya termino y no vuelvo a participar en ninguna actividad pública, nada, ni una conferencia, voy a cancelar mis cuentas en las redes sociales, no voy a recibir a nadie, menos a políticos”.
También reconoció la ardua lucha que ha sido su carrera política y expresó su gratitud hacia el pueblo mexicano. “Después de una lucha de muchos años, muy difícil, compleja, se inició el proceso de transformación y ya logramos nuestro objetivo de sentar las bases para que ésta continúe, y lo más importante es que esta es una transformación, un proceso que se fue generando desde abajo, entre todos”.
