CARMEN.- Al caer la noche, un grupo de jóvenes, encabezados por Gerardo Contreras Ramírez, toman sus bicicletas y salen a pedalear, se preparan para cumplir su promesa a la Virgen de Chuiná, la Virgen de la Dolorosa, que se celebra, en el marco de Semana Santa, desde hace más de un siglo.
El espacio de la devoción indígena-católica de Chuiná, en el ejido de Aquiles Serdán, en el municipio de Champotón, a 44 kilómetros de la cabecera municipal, considerado en la actualidad, como uno de los santuarios más visitados de la Península de Yucatán, a la que acuden peregrinaciones de las comunidades mayas y de la región, así como de otros estados del país.
A decir de los estudiosos, la imagen de la tradición de las apariciones de la Virgen de la Dolorosa en el sitio es el principal motivo de esta devoción, las características del lugar, el cerro, una cueva y la laguna, han tenido un papel fundamental en su construcción simbólica.
“Estos elementos geográficos vinculados evocan significaciones históricamente destacables, tanto en la cosmovisión maya como en la tradición aparicionista en México, pero este fenómeno religioso tiene como fundamento una construcción histórica e identitaria de la población”, señala el historiador Facundo Flores Cruz.
Sostiene que la carga simbólica de los signos del espacio de Chuiná, se ha trasmitido por una activa participación social que se observa durante los días de fiesta, pero se reafirma el contenido simbólico del espacio en la interacción comunitaria maya.”
AQUILES SERDÁN
Su nombre en maya significa “Casas Saturadas” (Chuy, costurar; na’, casa), zona que destaca por un cerro alto, cuya mitad de su diámetro, está rodeado por cinco lagunas, las cuales son conocidas como “las aguadas de Chuiná”.
“La veneración de la Virgen de la Dolorosa en la región, data de más de un siglo de antigüedad, durante la época de los chicleros, cuando u grupo de ellos, al adentrarse en la selva maya, para la extracción de este producto, aseguran haber visto a su imagen, sobre la aguada”, narra el historiador, Daniel Cantarell Alejandro.
Explica que no se tienen datos específicos sobre el origen de las peregrinaciones a este santuario, pero se estima que fue a raíz de este acontecimiento, que este lugar, fue tomando una mayor relevancia en el ámbito religioso.
Fue en el año de 1950, cuando el entonces presidente municipal de Champotón, Eduardo Negrín Baeza, ante el crecimiento de la afluencia de personas para venerar a la Virgen de Chuiná, impulsó la apertura del camino a las aguadas de Chuiná.
“Los primeros pobladores de este ejido de Aquiles Serdán, fueron cinco campesinos, los cuales se establecieron en la zona”, señala Pedro Caamal, habitante del lugar.
CANTO DE LA VIRGEN
“La tradición que ha sido contada de generación en generación, narra que quienes pasaban por este sitio, durante la época de los chicleros, escuchaban un canto muy hermoso, que los atraía hacia la aguada, en donde podían observar a la Virgen de Chuiná sobre una tortuga”, narra Benjamín Mendoza Flores, fiel creyente de la Virgen de la Dolorosa.
Recuerda que el cerro que se ubica detrás de la capilla, construida para su veneración, solo era escalado por hombres, “ya que, para las mujeres, estaba prohibido hacerlo”.
LEYENDAS
Las leyendas en torno a la Virgen de Chuiná son muchas, destacando dos de ellas y que con el paso de los años, han ido tomando mayor fuerza entre los creyentes: la del perro que cantó a un bebé.
“Se dice que hace mucho tiempo, existió en los alrededores del poblado de Chuiná una choza en la que vivía una mujer viuda la cual tenía un hijo que no pasaba del año de edad, además de un perro ya muy viejo, que, según los moradores de los alrededores, era tan holgazán que su propia dueña lo insultaba.”
Un día en que la mujer tenía necesidad de ir por agua a un pozo lejano, gritando colérica y echando maldiciones al pobre animal, lo golpeó tan fuerte que dejó al perro molido.
Refunfuñando al salir de su choza la mujer exclamó: “Sería bueno que por una vez en tu vida hicieras algo productivo. Cuida al niño mientras yo regreso”, lo que el animal solo alcanzó a responder con un lastimero ladrido.
Al llegar la tarde, hora en que las mujeres regresaban de sus quehaceres, la viuda llegó con un cántaro de barro en la cabeza, transportando agua del pozo, ingresando a la choza para encontrarse con una aterradora sorpresa: el viejo perro estaba sobre la hamaca en la que el bebé dormía, con este sobre su pecho, entonando una melodía muy extraña. Al ver que su ama había llegado y para sorpresa de esta le dijo: “he cumplido con lo que ordenaste.”
La reacción de la viuda no se hizo esperar, con gran temor arrojó el cántaro que transportaba al suelo y recogió a su bebé en sus brazos, gritando histérica que el diablo había entrado al cuerpo del perro.
Mientras tanto, del cántaro el agua empezó a salir con abundancia, hasta inundar todo el lugar y formar una laguna.
“Al día siguiente, los vecinos descubrieron la pequeña laguna a la cual llamaron Laguna de Chuiná, la cual existe hasta nuestros días”.
TRADICIÓN
Como cada año, Gerardo Contreras Ramírez se prepara, junto con un grupo de jóvenes, para cumplir con su promesa a la Virgen de Chuiná, en el marco de la celebración de la Semana Santa. El recorrido lo harán en bicicleta.
Año con año, miles de visitantes aglomerarán en el ejido Aquiles Serdán, mejor conocido como Chuiná, ya que ahí se concentrarán los fieles católicos para venerar a la Santísima Virgen María de la Dolorosa, tradición que se transmite de padres a hijos desde hace mucho tiempo, por lo que esta comunidad se convierte en un centro de adoración católico, tradición que, con el paso de los años, ha ido perdiendo su esencia.
A principios de este festejo, en los años 90, cuando tomó mayor auge su celebración, en el sitio de la capilla, era un sitio sagrado para los creyentes, al que no podías acudir si se peleaba o discutía con el acompañante; si se hacía en amasiato; o se ingería bebidas alcohólicas.
Fernando Muñoz Panti, recuerda que, en los alrededores, se colocaban palapas en la que los vecinos del lugar rentaban a bajos costos, los sitios para “colgar hamacas” y muchos de ellos, ni cobraban.
Los fieles que acudían a este sitio debían llegar en primer lugar hasta la capilla, donde entregaban su ofrenda o promesa, a través de un camino en donde se colocaban vendedores de flores, aceite, recuerdos, entre otros. Posteriormente se debía acudir a la aguada a bañarse.
“Se cuenta que quien iba de mala gana, peleado, alcoholizado o en amasiato, al bañarse en la aguada, se ahogaban, ya que este era considerado como un sitio sagrado”.
Los peregrinos, debían salir de Chuiná antes del viernes santo, ya que, en caso contrario, sería testigos de la presencia de un enorme cocodrilo de oro, que devoraba lo que encontrara a su paso.
NEGOCIO
La gran afluencia e importancia religiosa que ha tomado este sitio ha provocado la ambición y se ha convertido en un gran negocio, ya que desde el Ejido, se ha comenzado a cobrar el acceso a los vehículos que acuden a venerar a la Virgen de la Dolorosa.
Son miles de autos, camiones, motocicletas y bicicletas, las que acuden en peregrinación cada año para cumplir sus promesas, quienes pese a todos los factores que ha llevado a la pérdida de la esencia de la celebración continúan manteniendo viva esta tradición.
Como ha sucedido desde hace más de un siglo, en lo alto del cerro, en el altar de su capilla, la Virgen de Chuiná, la Virgen de la Dolorosa, continúa observando y bendiciendo a quienes, con devoción y fe, continúan llegando a su santuario para ver sus milagros y rendirle culto.