MÉXICO. El grupo, de unas 6,000 personas salió el domingo de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, y avanzó el lunes hasta la localidad de Huixtla, a unos 40 kilómetros, donde los migrantes tenían previsto pasar la noche en una cancha deportiva.
El día de Navidad fue otra jornada de caminar para la caravana de migrantes que avanzaba el lunes por las carreteras de Chiapas, en el sur de México.
Se levantaron de madrugada después de una Nochebuena sin festejos, ni regalos, ni grandes cenas, en la que varios miles de migrantes, entre los que se encuentran adultos, menores y familias completas, durmieron en un parque. La iglesia católica y algunos vecinos repartieron bocadillos, plátanos y agua. Algunos niños con suerte pudieron optar a un poco de pollo.
La hondureña Karla Ramírez, que viajaba con 18 integrantes de su familia, entre ellos cuatro menores, no alcanzó al reparto, pero pudo comprar jamón, tortillas y tomate. Lamentó pasar la Navidad “como nunca la habíamos pasado… en la calle”, aunque reconoció que echarse a caminar fue “algo que nosotros decidimos”.
Pese a lo emotivo de las fechas, la mayoría se mantenían esperanzados de que las autoridades mexicanas les permitieran llegar hasta la frontera con Estados Unidos.
El grupo, de unas 6,000 personas que caminaban en pequeños grupos a lo largo de kilómetros, salió el domingo de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, y avanzó el lunes hasta la localidad de Huixtla, a unos 40 kilómetros, donde los migrantes tenían previsto pasar la noche en una cancha deportiva.
ENTÉRATE
La mayoría se mantenían esperanzados de que las autoridades mexicanas les permitieran llegar hasta la frontera con Estados Unidos.