MÉXICO. Reducir de 60 a 40% lo que se utiliza de las utilidades de Pemex, sin lugar a duda es un gran logro de esta administración morenista, pero deberá de seguirse avanzando de frente a la situación de la petrolera.
El tema es que, aunque Pemex sigue siendo el principal contribuyente de México con 40% de sus utilidades, para sanear a la paraestatal, fortalecer su estructura y se enfoque en temas como la exploración y extracción de petróleo, se debe dar un paso hacia la independencia y darle la libertad de operar como empresa, a fin de que los beneficios sean mayores como país.
El problema es que el petróleo sigue entendiéndose como parte de los mexicanos y no de Pemex, y ni siquiera con la reforma aprobada en el sexenio de Enrique Peña, pudo ayudar a Pemex a reinvertir y fortalecerse.
En la actualidad la refinación es un negocio ganador, al tener ganancias donde anteriormente había pérdidas operativas de ciento de miles de millones, porque hoy se produce más, y eficienta los costos. Es fundamental dar paso hacia el enfoque de extracción y producción de productos de mayor valor agregado. Es imposible seguir importando 7 de cada 10 litros de gasolina que se utilizan en México, y el país va por el camino correcto hacia la autosuficiencia.
Se debe definir con claridad la política de manejo de las reservas, con la mira de corto, mediano y largo plazo, vincular sus programas de refinación y petroquímica a una política general de energía y de prolongación y diversificación de las cadenas productivas.
Se debe de dejar de saquear a la gallina de los huevos de oro para dar paso a formar un pilar de la economía de México. De tal suerte, que el gas pase a ser otro detonante y no un subproducto del aprovechamiento petrolero. No hay que olvidar que representa casi el 50% del consumo primario de energía. Y no que hablar de las energías limpias, que siguen atoradas en México, mientras en el mundo proliferan.