CAMPECHE. – Debido a que por tercera ocasión la tortilla tuvo un incremento en su precio, las ventas de tortillerías han caído pues las familias poco a poco han dejado de consumir este producto o que prefieran adquirirlo en supermercados donde se encuentra hasta en 12 a 14 pesos el kilo, una gran diferencia a lo que ofrecen comercios establecidos de este giro.
Los comerciantes han acaparadores la venta del producto con el contubernio de los industriales que tienen en sus manos la venta grano local e importadores.
Ellos controlan importantes inventarios y pueden administrar oferta y demanda para hacer subir o bajar los precios según convenga a sus intereses. El último espectáculo en Campeche se dio con gritos y jaloneos, cuando los socios y repartidores dieron a conocer el nuevo precio de la tortilla al público en general.
La noticia le cayó nada bien a las amas de casa que en un arranque de revancha ahora prefieren comprar la tortilla en los super como Chedraui que la venden en 15 y 16 pesos, diez pesos menos en promedio por lo que pusieron a
sufrir a los dueños de las tortillerías a quienes se les está quedando el producto y ya no venden las cantidades de antes.
Esta “guerra” comienza para las familias campechanas.
¿A QUIÉN BENEFICIA ESTA GUERRA?
Durante muchos años la tortilla se elaboró mediante un proceso de nixtamalización, en la que molineros y tortillerías
desempeñaban un papel clave. …
El cambio en este proceso productivo provocó un fuerte conflicto entre los actores económicos ligados a ellos, que, en su momento, se conoció como la guerra de la tortilla.
Durante muchos años la tortilla se elaboró mediante un proceso de nixtamalización, en la que molineros y tortillerías desempeñaban un papel clave. Esto comenzó a cambiar desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), en el que se impulsó la elaboración de este alimento a partir de la harina industrializada en lugar de la masa de nixtamal.
El cambio en este proceso productivo provocó un fuerte conflicto entre los actores económicos ligados a ellos, que, en su momento, se conoció como la guerra de la tortilla. El pleito redujo drásticamente la importancia de los dueños de molinos y tortillerías.
En 2003, 49% de la producción de este alimento estaba en manos de los grandes industrializadores, y Grupo Maseca sola tenía el control de 70% de esa franja del mercado.