Trece futuros senadores priistas (a partir del primero de septiembre) supervivientes de la debacle del primero de julio pasado decidirán quién será su coordinador para el período 2018-24.
Suena a broma, pero con todo y lo desgastado del emblema, la mitad de estos personajes mantiene interés en obtener el respaldo de sus próximos pares.
De los trece senadores, solamente uno, Jorge Carlos Ramírez, ganó el derecho a ser legislador por la vía de las urnas, los restantes, en su mayoría, recibieron en algunos casos el derecho a serlo por herencia de apellidos, como pago de cuotas, de marcha o por ser perdedores en las urnas.
Se advierte entre ellos el favoritismo, uno de los principales daños que arrastró al PRI a vivir una situación como la actual.
Claudia Ruiz, tiene una acelerada carrera política, vinculada a sus apellidos (hija de José Francisco Ruiz Massieu y sobrina de Carlos Salinas), donde ha sido dos veces diputada y una senadora, por la vía plurinominal y la única vez que fue a las urnas, perdió.
Carlos Aceves fue sembrado como pluri, para garantizar el apoyo de la casi inexistente CTM.
Miguel Ángel Osorio recibió el escaño como premio de consolación al no ser candidato presidencial.
Beatriz Paredes es una eterna perdedora que vive de viejas glorias. Vanessa Rubio es una cuota del ex candidato presidencial José Antonio Meade y Eruviel Ávila, recibió el pago a su oriundez mexiquense.
Los seis fueron privilegiados con un escaño a modo.
De los restantes siete, uno ganó de mayoría, el citado Ramírez Marín, mientras que los otros seis llegan al Senado gracias a las benevolentes leyes electorales, ya que perdieron abrumadoramente y se cuelan como primera minoría.
Sylvana Beltrones fue arrasada en las urnas, pero es hija de Manlio Fabio. Manuel Añorve, posición de Manlio; Nuvia Mayorga, protegida de Miguel Ángel Osorio. Mario Zamora, ex director de Financiera Rural; Verónica Martínez, ex dirigente estatal del PRI y Claudia Anaya, ex diputada federal.