Con traje negro, chaleco y corbatín, Cristiano Ronaldo -que llegó al London Palladium acompañado por su hijo mayor y su novia- levantó esta noche en Londres el premio FIFA al mejor jugador del año. Es el segundo seguido para el portugués, que la temporada pasada consiguió el Mundialito de Clubes, la Liga y la Champions.
Las dos Supercopas no cuentan porque esta vez la FIFA ha perdido su carácter anual y sólo ha tenido en cuenta el periodo desde el 20 noviembre al 2 de julio. Cristiano se ha impuesto a Messi y Neymar con los votos de periodistas, seleccionadores, capitanes de las selecciones y aficionados registrados en la página web de la FIFA. Ganó también Zinedine Zidane el galardón a mejor entrenador del año. Se lo entregó Claudio Ranieri, que se lo había arrebatado el año pasado.
"Mi inglés es muy malo", dijo el técnico francés soltando una carcajada. "Vamos a hacerlo un poco en francés y un poco en español", añadió. Hasta le salieron frases en italiano. "Se lo dedico a mi mujer, te quiero mucho porque siempre estás. Y quiero dar las gracias al Real Madrid porque me han dado la posibilidad de entrenar a estos jugadores. A Cristiano, Luka, Toni, Marcelo… gracias a vosotros. Yo he sido jugador y esto es especial", dijo Zidane al que no le gustan nada estos actos.
"Quiero dar las gracias a mis compañeros, a mi club, al entrenador y al presidente. Llevo once años subiendo a este palco y trabajando duro, nunca pensé que ganaría tantos títulos. Enhorabuena a Leo [Messi] y Neymar y gracias por estar aquí. Es un momento inolvidable, estoy feliz chicos", dijo Cristiano Ronaldo, de 32 años, al recoger su galardón.
También está nominado al Balón de Oro, que entrega la revista France Football a finales de año. Viajó a Londres por la mañana en avión privado acompañado por el presidente Florentino Pérez y sus compañeros Marcelo, Toni Kroos, Luka Modric y Sergio Ramos (elegidos en el once mundial). Se quedaron en Madrid Keylor Navas –nominado a mejor portero, otro galardón nuevo de esta edición- y Dani Carvajal para seguir con sus trabajos de recuperación.
Cristiano Ronaldo, que también forma parte del once mundial, terminó la temporada en Cardiff el pasado 3 de junio con 42 goles: 25 en Liga, 12 en Champions, 4 en el Mundialito y uno en Copa. Salvo su primera temporada, en la que se perdió semanas de competición por una lesión, el portugués nunca había marcado tan poco (si es que 42 dianas en 46 partidos pueden calificarse de pocos), pero sus goles han pesado mucho en Europa.
Anotó un doblete en el Allianz Arena cuando el Madrid estaba contra las cuerdas en la ida de los cuartos, un triplete en el partido de vuelta en el Bernabéu y otros tres contra el Atlético un par de semanas después en la ida de las semifinales. Casi todos, además, fueron goles de nueve puro.
En Cardiff puso el broche con otros dos tantos. “A mis 39 años creía que no me quedaba nada por aprender, pero siempre se lo digo a mis amigos: futbolistas como Cristiano Ronaldo me han enseñado a tener siempre hambre pese a ganarlo todo y a tener humildad para ponerse en discusión”, le había piropeado en la víspera Gigi Buffon, portero y capitán de la Juve.
La parte negativa de esa hambre la templó Zidane, el primer entrenador que consiguió convencer a Cristiano de que era necesario dosificarse. El portugués quería jugarlo todo, marcar siempre y no parar nunca. Las dos últimas veces que el Madrid llegó a la final de la Champions (2014 y 2016) lo hizo con un Cristiano desgastado. En Lisboa –con una rodilla maltrecha por la inflamación del cartílago- jugó sólo porque era la final. En Milán también jugó sin estar al máximo, castigado por una temporada larga y exigente.
A Cardiff llegó en su mejor momento porque Zidane le hizo ver que había otras maneras de ser protagonista. Que descansando de vez en cuando no se caía el mundo. Todo lo contrario, que llegaría a ser decisivo cuando más lo necesitaba el equipo y cuando se juegan los títulos. Y lo hizo. De sus 12 goles en Champions, nueve los marcó a partir de cuartos.
En Liga fue decisivo en el tramo final, después de que el Madrid perdiera el clásico en casa y tuviera al Barça en el cogote. Sólo valía ganar. Cristiano anotó seis goles en los últimos cuatro partidos, todos los que jugó (Valencia, Sevilla, Celta y Málaga).
Si el final de temporada del portugués fue para enmarcar, el verano empezó con los problemas con Hacienda, sus silencios y los rumores sobre una posible salida del Real Madrid. Declaró a finales de julio en el Juzgado por cuatro delitos contra la Hacienda Pública supuestamente cometidos entre los años 2011 y 2014 y que suponen un fraude tributario de 14,76 millones de euros.
Molesto con el trato, a su modo de ver, recibido en España, confesó a sus compañeros de selección que se sentía perseguido y criminalizado. Jorge Mendes empezó a buscarle posibles salidas. Zidane interrumpió sus vacaciones para llamar a Cristiano y decirle que no se imaginaba abrir un ciclo sin él. Se quedó, ganó junto al Madrid las dos Supercopas. Pichichi en Champions, sólo lleva un tanto en esta Liga.
Con información de El País