Hay más de 11 mil 800 lagos en el estado de Minnesota, pero ninguno como éste. El Lago Itasca es un lugar especial, un espacio sagrado.
Varios son los viajeros que hasta aquí llegan con el fin de bendecir sus relaciones, festejar aniversarios, recolectar agua, e incluso, bautizar a sus hijos, por una sencilla razón: aquí nace el majestuoso río Mississippi.
"El inicio de algo tan grande como el Mississippi, les significa a muchos un camino de gran longitud, de enorme duración, de longevidad", declara Constance Smith, guía turística, en el Parque Estatal de Itasca.
El pequeño lago glacial de 4.7 kilómetros cuadrados, considerado oficialmente el origen del mencionado río cuyas aguas atraviesan una decena de estados de la Unión Americana, y tras recorrer 3 mil 766 kilómetros, desembocan finalmente en el Golfo de México.
Felicidad en el aire
Con un ligero y fresco viento y un sol que no abrasa, uno ve a chicos y grandes remojarse en las orillas donde el agua tranquila no traiciona, guardar parte del líquido en recipientes, sacarse selfies con el lago a sus espaldas o renovar sus votos matrimoniales.
Hay poco más de 100 lagos en este sitio, por lo cual podría decirse que mantenerse cerca del agua representa la mitad de la experiencia en Itasca, mientras que la otra está disfrutar de los majestuosos árboles, en su mayoría pinos rojizos y blancos, que componen este santuario declarado oficialmente Parque Estatal en 1891.
Además de acampar, este universo verde permite andar en bicicleta a través de rutas claramente trazadas y señalizadas, pasear en bote o kayak, hacer hiking o pescar en la mayoría de los lagos.
Y así, entre agua, eternos verdes y madera, la experiencia en la zona de Itasca es, como dicen los que saben, única, entrañable. Porque toda noción de longevidad… incluye un comienzo mágico.