El primer miembro de la Generación Potter se llama Alice Newton y tenía ocho años cuando leyó los primeros capítulos de La piedra filosofal. Alice es la hija del dueño de la editorial Bloomsbury y su veredicto infantil inició un fenómeno que, 20 años después de aquel primer libro, llega todavía a muchas y muchos alices.
Los siete libros de Harry Potter, que en España publicó primero Emecé y después Salamandra, y las ocho películas son algo más que un recuerdo agradable de infancia para los nacidos entre 1988 y 1993. Los que crecieron, literalmente, con el deseo de recibir la carta de aceptación del colegio Hogwarts. Porque pasaron nada menos que 14 años desde 1997, cuando se publicó el primer libro en el Reino Unido, hasta 2011, año del estreno de la última película de la saga protagonizada por Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint. La mitad de sus vidas.
La pasión sigue ahí, se acuda o no a convenciones de fans, se coleccionen varitas o quede sólo como un recuerdo de los que mejoran el día. «Me sigo sintiendo identificada, es algo que me gusta por encima de lo normal. No es sólo fantasía como en otras historias. Harry Potter puede haber vencido al malo malísimo y tener poderes, pero al final debía seguir estudiando y sufrir en la adolescencia, como nos ocurría a los chicos normales. He leído otras sagas, pero devorar otros libros como devoré Harry Potter… Esa sensación no la he vuelto a sentir», señala Elena Otero.
La profesora Sara Martín, del departamento de Filología Inglesa de la Autónoma de Barcelona, organizó hace un par de cursos una asignatura optativa, El caso de Harry Potter, con la que consiguió trazar un «fascinante retrato generacional». Lo logró a partir de los ensayos en los que los alumnos describían su experiencia de leer los siete libros desde que eran niños hasta justo antes de entrar en la universidad.
Cada volumen crecía con los chavales que había al otro lado y el lenguaje y las tramas se complicaban. ¿Creó grandes lectores? «Es cierto que hicieron un esfuerzo extraordinario, porque son 3.500 páginas. Pero los estudios señalan que fueron las chicas las que se aficionaron a la lectura y que no necesariamente se han hecho lectoras literarias, sino de bestsellers», asegura esta profesora.
Hoy hay rastros de los personajes y la maquinaria sigue produciendo dinero. En España se celebran convenciones, como la Pottercon de Barcelona, y es fácil que los que aún no han cumplido los 30 atesoren elementos de merchandising. Pero los lugares de peregrinaje de los fans están en Reino Unido, donde se desarrollan las tramas y se rodaron las películas. Como núcleo, el parque temático en los estudios de la Warner en Leavesden, a una hora de Londres, donde se reúnen los objetos, decorados y vestuario de la saga.
Otras localizaciones importantes están en Londres, como Leadenhall Market, Millenium Bridge o la estación de King Cross, que muestran tours turísticos en autobús; en Oxford, la ciudad universitaria en la que el equipo rodó en la centenaria Biblioteca Bodleiana y en colleges como Christ Church o New College. También en la abadía de Lackock, el lugar real de la clase del profesor Snape; o en la catedral de Gloucester, donde la mayoría de los visitantes preguntan por el mago.
Los guías tienen asumido que la historia de Rowling lleva al gran público a conocer edificios históricos: «Todavía me sorprendo con el número de niños pequeños que siguen fascinados con Harry Potter. Es un clásico de la literatura británica, casi como Oliver Twist o David Copperfield. Creo que podría entrar en esa liga y seguir siendo popular para las siguientes generaciones», explica Ann Lewis, guía de Gloucester.
El próximo otoño, la British Library dedicará una exposición por el 20º aniversario de la publicación del primer libro que llevará por nombre Harry Potter. A history of magic. Su comisario, el responsable de manuscritos medievales de la institución, Julian Harrison, reunirá objetos personales de la autora con tesoros como un cuaderno manuscrito de Leonardo da Vinci o un oráculo de adivinación chino datado en 1192 A.C.
Para Fernando Vidal, codirector de Proyecto Patronus, las vivencias del mago le abrieron otras posibilidades y le llevaron a explicar, a través de las voces de otros fans, las sensaciones propias. Estas conversaciones le hicieron identificar tres valores importantes: el amor, la amistad y la capacidad de sacrificio. Habla de una chica que superó el maltrato machista a los 12 años gracias a los libros y a la compañía de un grupo de fans de Valencia Clara Marín destaca la alegría al recordar cómo se sentía con aquellas historias: «Para la gente de mi edad es un símbolo como las Spice Girls, Toy Story o el Rey León. Me enganché y fue una locura. También estaba muy de moda, le gustaba a tus amigos, te lo mandaban en el cole, estaba todo el merchandising alrededor, y esto también hacía que a ti te gustara». «Para mí es como Pokémon, Los Simpson o como Friends», coincide Bruno Toledano sobre gustos generacionales. «Yo le daría las gracias a Rowling por crear esos personajes que expandieron mi imaginación. La sigo por Twitter y parece bastante cabal. No soy consciente de hasta qué punto ha determinado mi manera de ver las cosas, pero sí que encajaba mucho con cómo fui yo de niño».