Pasa con los productos, pasa en la vida: el celular de última generación que sustituye al viejo; la minifalda que sustituye a la maxi; la generación Z que sustituye a la Y. ¿Es que ya nada es sagrado? Llega una película que hace alusión a esta reflexión: Cars 3.
Tal y como suele hacerlo, Rayo McQueen está logrando que sus rivales muerdan el polvo en la Copa Pistón. Pero de pronto, aparece un nuevo competidor que sorprende a todos: Jackson Storm es un presumido pero muy veloz novato, a quienes los expertos llaman un corredor "high tech".
Súbitamente, estos autos hiperavanzados empiezan a pulular en las pistas, y los de siempre, ahora nombrados "veteranos", empiezan a abandonarlas. Rayo McQueen está en problemas y sabe que debe cambiar su estrategia. ¿Lo logrará?
La tercera parte de esta saga sobre autos parlantes, resulta una sorpresa, por decepcionante. Y es que, fuera de los personajes y la animación, no parece provenir de, probablemente, el mejor estudio de animación del mundo: Pixar.
Esta productora se ha caracterizado por historias increíblemente originales, acompañadas por personajes multidimensionales que nos enganchan; películas divertidas para niños y adultos, que también apelan al aspecto emotivo. Nada de ello vemos aquí.
El ritmo se cae por momentos y no se ve la atención al detalle que suelen tener estas cintas. Cierto que hay algunos chascarrillos afortunados y figuras como Mate, quien siempre es encantador, pero los nuevos personajes no son especialmente carismáticos.