Sin dolor, no hay éxito o resultados (“no pain, no gain”), reza un dicho popular muy común entre muchos deportistas y entrenadores, incluidos corredores.
Sin embargo, esta premisa ha sido muy cuestionada por las consecuencias que tiene entrenar o competir sintiendo dolores, que en muchos casos derivan en lesiones crónicas, por mucho que el ejercicio sí provoque ciertas molestias en los músculos.
En el caso de los corredores, las rodillas y los tobillos son las partes del cuerpo más propensas a lesiones debido al golpeteo que sufren con el pavimento y en general con todas las superficies donde realizan sus rutinas.
Aunque en determinado momento estas articulaciones y en general todo el organismo llega a “acostumbrarse” a estos impactos, ello no implica que se deban soportar dolores que llegan a ser agudos.
Es entonces cuando se cae en el error al soportar molestias que, lejos de beneficiar a la tonificación de los músculos o la resistencia, propician lesiones que incluso pueden derivar en una cirugía.
Al margen de que sigas las indicaciones de un entrenador y estés bajo la supervisión de un médico del deporte, eres tú el único que sabe a ciencia cierta la intensidad de los dolores en cualquier parte de tu cuerpo cuando realizas tu rutina o estás en un 10K, por ejemplo.
Ningún corredor está exento de sufrir una lesión, no sólo por haber tomado una salida mal preparado o sobreentrenado, sin el adecuado descanso previo, por no haberte hidratado adecuadamente antes y durante la competencia. También por las condiciones de la superficie donde entrenas.
Así que no confundas las señales que te envía tu cuerpo y atiende todas las manifestaciones de incomodidad o dolor cuando corras, pues de ello depende seguir realizando tus rutinas y por ende sacarle provecho a la carrera.
TOPS
* Si te duele el estómago mientras corres, seguramente no dejaste pasar el tiempo suficiente entre tu último alimento y la actividad física. Deja que transcurra al menos una hora por cada 200 a 300 calorías ingeridas.
* Realiza una sesión de estiramiento al término de tu carrera o entrenamiento, para relevar los músculos de la tensión y relajarlos.
ALGUNAS DE LAS LESIONES MÁS COMUNES
* Esguince de tobillo, que es la más común de las lastimaduras.
* Calambres
* Fracturas. La más clásica es la de tobillo.
* Se han presentado casos de golpes de calor, que requieren de hospitalización inmediata.
Considera los síntomas
El dolor es una señal que genera el organismo para protegerse, una alerta para avisar que está por presentarse o ya se presentó una lesión.
* Evita considerar al dolor como un rival más al que debes vencer. Imponerte al dolor no es un reto, es atentar contra el bienestar tu organismo.
* No te mantengas en una carrera si sientes dolor, por más héroe que te sientas. No sabes qué es lo que te pasa realmente y puedes agravar el daño. Una recuperación que podría ser de unos días podría tener que prolongarse a semanas o meses.
* Si después de una carrera terminaste con un dolor en las articulaciones que te impide moverte, es síntoma de un mal entrenamiento; es decir, no te preparaste para desempeñarte a la velocidad a la que lo hiciste.
* Evita tomar analgésicos, pues desconoces cuál es el más adecuado para tu padecimiento; sólo tu médico puede prescribir después de una valoración.
* No acudas a “masajistas” o hueseros que se instalan en las inmediaciones de una meta o en los lugares asiduos para corredores. Podrían agudizar tu lesión.
* Ocupar toda la capacidad física en el primer día que se corre siempre ocasionará un malestar generalizado. Muchas personas dejan de ejercitarse al no poder superar esta molestia, pues les lleva varios días recuperarse. Por eso debes ir de menos a más.
* Reconoce tus límites y respétalos. Que no te ganen la emoción ni el ímpetu del grupo. Tu propio paso es el mejor en el que puedes correr.