Analine Cedillo
AGENCIA REFORMA
Más vale respirar hondo y mantener los ojos bien abiertos: el primer reto para adentrarse en el Parque Natural Villa Luz es deslizarse por una tirolesa de unos 200 metros de longitud que cruza sobre el río Oxolotán.
También se puede acceder cruzando un puente colgante.
A menos de dos horas en auto, este centro ecoturístico abraza a los visitantes con el calor húmedo y la vegetación exuberante que caracterizan a Tabasco.
De este lado del río sólo se escucha una que otra chicharra y el rumor de una caída de agua. Este edén está conformado por cascadas, pozas refrescantes de agua sulfurosa y curativa, así como por senderos inmersos en la selva.
Al igual que Tapijulapa -el Pueblo Mágico ubicado a 10 minutos- y el poblado de Oxolotán, este parque siempre ha sido un destino de descanso y recreación. Actualmente, las tres localidades conforman la Ruta de La Sierra.
Villa Luz, a la sombra Bajo tierra el parque cuenta otra historia.
Cada explorador, debidamente equipado con arnés y casco, se prepara para descender haciendo rapel por un tragaluz de la Cueva de las Sardinas Ciegas, ícono de Villa Luz.
Esta cueva no sólo es escenario para la aventura, es protagonista de un ritual milenario: la Pesca de la Sardina Ciega, ceremonia que la comunidad indígena zoque realiza el Domingo de Ramos. Y aunque sólo es una vez al año, la cueva puede ser visitada todo el año.
Al resguardo de la sierra
Después de nadar en pozas refrescantes junto a las cascadas ubicadas en el Parque Natural Villa Luz, de descender hacia las cuevas y caminar entre flores silvestres, con ese peculiar cansancio que sólo regala el hacer ejercicio, al fin llega la hora de disfrutar Tapijulapa.
Las fachadas pintorescas de este Pueblo Mágico, de color rojo con blanco y balcones floreados pronto enamoran, especialmente a quienes son fanáticos de los rincones tranquilos, de esos donde parece que es más fácil entablar una conversación con cualquier extraño La caminata hacia el centro es cuesta arriba, pues el pueblo descansa sobre un cerro.
La vista más bonita de sus techos a dos aguas, recubiertos de tejas, se encuentra a las afueras del templo dedicado a Santiago Apóstol, el cual data del siglo 17. La iglesia está en el punto más alto de la localidad, y se trata de uno de los atributos que convirtieron a Tapijulapa -en 2010- en el primero (y por ahora único) Pueblo Mágico tabasqueño.
Puro sabor
A pocos pasos del jardín principal esperan las mesas de La Cocina de Garrido, un restaurante especializado en sabores típicos tabasqueños.
Para aplacar el calor , lo primero que llega a la mesa son jarras de agua de matalí y de pozol.
Luego, el desfile de sabores arranca con un totoposte preparado. Los de buen diente querrán probar el mone de cerdo, un guiso tradicional cocido en hojas de plátano y momo, también conocida como hoja santa.